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Nunca supe qué debía responder
ante cuestionamientos tan directos; solo era una niñita que jugaba a ser actriz y
que amaba bailar en un teatro.
Mis días se resumían en las carreras
de un partido de básquet; en la humedad de una competencia de nado; y, por
supuesto, en aquellas lecciones de ballet. Sí, así fue.
Mi temor hacia las mariposas se
intensificó con el tiempo, al igual que mi peculiar obsesión con la buena
ortografía. Mi fascinación por la música clásica hacía que cada clase de danza
durara lo que un parpadeo.
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La atracción hacia la fotografía de
bailarines saltando y girando en escena aumentó mi pasión y me convirtió en la
autora de mi propio blog dedicado al arte del ballet. La cultura francesa empezó a
captar mi atención, por lo que participé en un curso del lenguaje del amor.
– ¿Cómo te describirías a ti
misma?, ¿qué le contarías a la gente sobre tu vida? – eran las preguntas que
constantemente llegaban a mí.
– La historia aún está siendo
escrita – contesté.
Firma, la autora,
Anakarina Fajardo.
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