lunes, 12 de septiembre de 2016

LA DANZA JAMÁS DISCRIMINA

      Cuando nos dedicamos a leer un poco sobre la historia universal, nos damos cuenta de que el género femenino ha sido víctima de discriminaciones en muchos sentidos. Hasta hace algunos años, las mujeres no tenían los derechos de votar en elecciones presidenciales, de estudiar en universidades, de jugar fútbol, entre otras locuras inventadas por el ser humano.  

      En la actualidad, cuando hablamos del mundo artístico, específicamente del de la danza, las cosas son un tanto distintas: el género masculino es el blanco por excelencia de la discriminación por parte de la sociedad, en especial la de Venezuela. En pleno siglo XXI, muchos venezolanos siguen sin aceptar el hecho de que los varones se involucren con la cultura del ballet clásico, por el intenso tabú de ver a un hombre en licras de baile, cuando “lo correcto sería que estuvieran practicando artes marciales, boxeo o béisbol".

      La ignorancia que domina a algunos es tan grande que se acusa de homosexual a cualquier caballero que se dedique al baile o que, siquiera, sienta una curiosidad inicial por acercarse a él. Y es que la reacción de la sociedad es juzgar, reprochar, prohibir y considerar este amor al arte como deshonroso para la tradición. ¿Cuántos de ustedes no lo han pensado al menos una vez? Se ha sabido de casos en los que los bailarines que no cuentan con el apoyo de sus familiares y amigos, han decidido iniciarse en el oficio a escondidas para evitar insultos.

Roberto Bolle, bailarín italiano
      Cada persona debe reflexionar para comenzar a ser un agente de cambio que contribuya a detener la gran ola de discriminaciones en cuanto al papel del varón en el mundo de la danza. Es indispensable educar sobre los beneficios que ofrece el ballet para el género masculino, y hacerle entender al público en general que el mero hecho de que los jóvenes se integren a grupos de baile no quiere decir que se deba poner en duda sus preferencias sexuales. No niego que existe cierta intervención homosexual en este arte; pero, al mismo tiempo, hay un gran número de heterosexuales que se dedican al ballet por pasión y por respeto a su cuerpo, pues reconocen los beneficios físicos que esta danza les otorga. 
      Generalmente no se aprecia la importancia del papel que los hombres desempeñan en la danza; sus asombrosos saltos, grandes giros y vueltas en el aire son indispensables para equilibrar el trabajo de las mujeres. El caballero debe ser el complemento y el soporte de la dama: verse liviano, pero, a su vez, fuerte y masculino.
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Vicente Nebrada,
bailarín y coreógrafo venezolano
      En Venezuela hay pocos bailarines hombres que han puesto su pasión por encima de los prejuicios sociales - tal fue el caso del coreógrafo y bailarín Vicente Nebrada (1930-2002) -; en cambio, en países como Estados Unidos y Rusia, por ejemplo, los caballeros que se involucran en la danza clásica son respetados por sus oficios y se proyectan con futuros provechosos en el medio.
No es un secreto para nadie que la sociedad se empeña en atribuirse el poder de decidir dónde debe estar cada quién, qué debe hacer el hombre, qué debe hacer la mujer. Siempre se busca etiquetar a las personas y encerrarlas en una casilla mínima, cuyos límites dependerán de su género. 

      Recordemos que la danza jamás discrimina; la danza nos complementa; la danza es para todos; la danza nos une.